martes, 6 de junio de 2017

He estado bien sin ti. No te voy a mentir.

He estado bien sin ti. No te voy a mentir.
He estado y lo sigo estando, cariño.

Las agujas de este reloj oxidado que tengo como corazón cosen las heridas cada vez más rápido.

He estado bien sin ti. Te estoy mintiendo otra vez.
No lo estuve ni lo voy a estar, cariño.

He naufragado en los océanos de mi mente. Intentando encontrar la salida. Intentando ir a contracorriente cuando es imposible. Pero mira, así de cabezota soy.

He soñado con demasiadas perfecciones.
Con arañazos y el cigarro de después. Con que me bajes la luna porque las constelaciones las tengo en tu espalda.
He soñado con que volvías
con esos ojazos verdes y la culpa entre las piernas.
Y me he vuelto a despertar.        

martes, 21 de marzo de 2017

Día mundial de la poesía.

Poesía es ese salvavidas que me echas
cuando el mar de mi mente me ahoga
cada noche.

Poesía es ese abrazo que me das cuando nada puede ir peor
y va.

Poesía es tu boca estrellándose contra la mía 
cada amanecer después de una lucha de nuestros cuerpos debajo de tus sábanas blancas.

Poesía son tus ojos brillando,
bailando
al compás de los míos.
Un vals.

Poesía son tus manos,
apretando fuerte las mías,
prometiéndome que no me las van a soltar nunca.

Poesía eres tú
y mi hilo rojo anudado a tu meñique.

jueves, 9 de marzo de 2017

He visto atropellos más bonitos.

He visto atropellos más bonitos.

A corazones indecisos que no saben cómo salir de una carretera vivos, 
cómo mantenerse en pie de nuevo, 
que desgastan sus últimas palabras volviendo a pensar: 

“¿Y si esta vez no duele?”, 

y ahí es donde vuelven a arder, 
a quemarse, 
a romperse otra vez.

He visto cómo confían de nuevo, cómo dejan heridas abiertas esperando a que el tiempo las cure con las agujas de un reloj oxidado 
y un hilo de voz que ya no suena como la de la otra persona. 

He visto cómo las cicatrices se reabren y florecen creando jardines a los cuales volver y arrancar margaritas que sopesen ideas como la de si te quiere o no.

He visto cómo creen en un simple “Te quiero” pero ni siquiera ven hechos, 
cómo un “Te echo de menos” se vuelve menos importante de lo que es y prefieren echar de más, 
prefieren buscar otros corazones intactos en camas ajenas
que quedarse al lado de uno hecho pedazos por miedo a cortarse con cada uno de sus rotos.

He visto promesas inclumplidas y miles de miradas que cumplen años mirándose entre sí, y ojalá nunca se apaguen.

He visto manos entrelazadas que ni siquiera se tocan
y dedos a kilómetros de distancia que se hacen el amor.

He visto de la nada surgir sentimientos
como una flor rompiendo el cemento.

Imposible, pero cierto.

He visto atropellos más bonitos.
Como el de su boca chocando por primera vez con la mía,
como el de su corazón, estrellándose contra el mío
creando el impacto más bonito
y a la vez más lacerante
que unos ojos hayan visto.

domingo, 26 de febrero de 2017

Café frío, no, gracias.

Quizá demasiados cafés que se enfriaron esperando
cómo decidías volver.

Quizá demasiados relojes a destiempo que se paraban en seco por no admitir que los minutos pasaban sin que tú estuvieses aquí de nuevo.

Quizá el "quizá" que utilizaste aquella vez
para darme esperanzas.

Las cuales ahora yacen adormiladas
esperando que alguien
—que no seas tú—
venga y convierta este desastre
en un caos menos 
¿cómo decirlo...?,
yo.



jueves, 23 de febrero de 2017

Compañero de viajes, no me sueltes de la mano.

Quizá no sepa querer,
pero sólo con mirarte sé cuándo necesitas un abrazo
de esos en los que te duermes
y pueden pasar horas y horas
que tú seguirás ahí.

Con tu respiración acorde a mi pecho,
que se eleva en cada suspiro.

Que me he perdido en las constelaciones de tu espalda más de un millón de veces
porque,
ya ves,
el Universo no tiene nada que envidiarte.

Quizá no acostumbro a decir "Te echo de menos"
o incluso a demostrarlo,
pero sé cómo matarte a carcajadas
cuando lo único que quieres hacer es romper a llorar.

Posiblemente mi orgullo me gane el pulso más veces de las que respiro
y mi cabezonería quiera anteponerse a todo,
pero pongo la mano en el fuego
—y estoy dispuesta a quemarme—
a que dudo que encuentres a otra loca de remate
con tan poca cordura como yo
que te quiera una décima menos.

Tal vez haya días en los que necesite esconderme del resto del mundo,
en los que no quiera siquiera levantar el ánimo que me voy pisando con los pies
pero te aseguro
que es ahí cuando te estaré queriendo con más fuerzas,
como yo sé.
Así,
en silencio.

Dudes las veces que dudes,
y duela las veces que duela
compañero de viajes,
no me sueltes de la mano.

Sé que me perdería.


lunes, 9 de enero de 2017

Secretos.

Secreto era que tus pupilas
tan tuyas,
brillasen cuando me viesen
y yo lo intentase disimular.

Secreto eran tus manos cogiéndome fuerte las mías,
andando cientos de kilómetros sin soltarse
como si hubiesen nacido para estar unidas.

Era despertarme cada mañana
y ver que mi vida
no tenía sentido si tú no me comías el cuello al despertar.

Que las sábanas estaban frías sin tu cuerpo ardiendo encima del mío,
que cualquiera podía escucharnos desde un séptimo piso si nosotros queríamos,
que la palabra placer estaba escrita en cada gota de sudor de nuestra frente
y en cada orgasmo.

Secreto era que me hacías sentir la mejor en cualquier cosa,
desde preparar palomitas de maíz en un simple microondas
hasta ser la mejor astronauta perdida por tus lunares
y constelaciones de tu espalda.

Secreto era callarme que te observaba mientras dormías
y que me dabas la paz que me faltaba.

Era cerrar los ojos y tenerte ahí
mirándome con esos ojitos de descaro
pidiéndome una vez más que te describiese entre líneas,
que me desnudase otra vez
pero sin quitarme la ropa
únicamente la lencería fina del alma.

Secreto era que me tocases como quien roza las teclas del piano
y que hicieses melodía con cada dedo.

Era volver a respirar cuando mis labios te besaban la boca,
era convertir en ganas el miedo,
era sentirme valiente cuando nunca lo he sido.


Secreto eras tú
y yo
a tu lado.



miércoles, 28 de diciembre de 2016

Abrázame, así, solo como tú sabes.

Abrázame, así, solo como tú sabes.

Porque tengo ganas de ti.
De que me me envuelvas con tu brazos como si no quisieras dejarme escapar, como si el mundo ardiese y yo fuese el único lugar en el cual mantenerse a salvo, como si no hubiese vida después de ese abrazo.

Abrázame como si la muerte esperase sentada en un banco
contando los minutos que quedan para que me sueltes y tú quisieras burlarla.

Hazlo porque es el mejor remedio del mundo contra los corazones rotos
—como el mío, o incluso el tuyo—,
porque puedo respirar cuando me das ese oxígeno escondido en tus brazos
abrázame
porque sí
y ya está.

Dudo que alguien rechace un abrazo
y si lo hace
dale otro para que se cure. 

domingo, 4 de diciembre de 2016

Salta, aunque no tengas alas.

Salta, joder.
Y deja que te nazcan las alas mientras planeas,
mientras caes al vacío y no sabes si vas a meterte la hostia de tu vida
o no.

Hazlo sin pensar:
"Me voy a hacer daño",
o incluso:
"Me voy a matar".

Salta sin miedos, sin inseguridades, sin prisas,
pero sin pausas.

Hazlo como si fueses a volar,
como si tus pies no pudiesen caminar más,
salta por quererte.

Salta como si tuvieses que comerte el mundo
y él estuviese ahí abajo.

Salta como si no existiesen "peros",
como si no existiese el "¿Y qué pasaría si...?".
Arriésgate, 
tírate y vuela.

Vuela aunque el cielo tenga un color jodidamente gris,
aunque no veas por dónde vas,
vuela aunque no tengas alas.

Vuela aunque muchos crean que vas a estrellarte,
que no sabrás pilotar.
Vuela únicamente por decirles
"Lo he hecho".

Qué coño,
vuela por ti
y que le den al resto.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Podría irme, pero me quedo.

Podría hacerlo,
podría irme,
podría coger mis pedacitos
—uno a uno—
y largarme;
lejos.

Podría hacer la maleta con lo imprescindible
como mi sonrisa rota,
mis folios en blanco,
mis tristezas
y mi corazón oxidado.

Podría despedirme,
o simplemente no hacerlo
y esperar que me echen de menos
o por el contrario
saber quién me echa de más.

Podría subirme en un avión cualquiera
y ver cómo el mundo se hace pequeño bajo mis pies,
pensar que en realidad no soy nada en el mundo
—por la grandeza de éste—
o pensar, por el contrario,
que soy el mundo para alguien.

Podría sentarme en un tejado al azar
y acostarme mientras cuento las estrellas,
mientras dejo que mi mente divague,
se pierda,
se encuentre.

Podría ponerme los zapatos de la buena suerte,
los que ya no me duelen aunque lleve horas y horas con ellos,
los que me han visto dar el primer beso de verdad
y los que han estado mojándose bajo la lluvia por esperar a que me rompiesen el corazón.
Podría ponérmelos y salir corriendo,
como quien huye de su pasado
y no mira a los lados,
simplemente corre.
Podría ponérmelos y volar
aunque no tengan alas.

Podría hacer tantas cosas ahora mismo
que simplemente quiero tumbarme en la cama
y dejar que mis miedos dibujen letras
y construyan textos
como si estuviesen haciendo el amor,
como si no quedase nada.

Joder,
que podría irme,
pero me quedo.

(Y esta vez es por mí)

lunes, 17 de octubre de 2016

Y ahora, dale la mano.

Ni siquiera una despedida,
ni siquiera un maldito adiós,
ni siquiera un "volveré, espérame",
o un "no me esperes", por si acaso.
Nada.

Simplemente te has ido.
Has cogido las cosas de mi vida
y te las has llevado contigo,
como mi corazón,
o mis ganas de querer.
Y has cerrado de un portazo
pillándome los dedos
y la vida.

Te has ido para dárselas a otra,
a otra que dudo que te quiera una centésima parte
de lo que yo lo he hecho
—y lo sigo haciendo—,
a otra a la que posiblemente vea en ti
la mitad de lo que yo veía
—y sigo viendo—,
a otra que posiblemente no pueda sentirte
tanto
como yo cuando te leía la espalda en braille.

Te has ido dejándome hecha trizas en este folio en blanco,
con el bolígrafo desgastado de tanto escribirte
y no poder parar.
Joder, que te has ido con cada trocito de mi ser
repartido en canciones tristes.

Si la esperanza es lo último que se pierde
yo ya me he perdido,
contigo
o sin ti.

Maldita escritora ilusa,
que se enamoró de ti
y ahora no puede dejar de escribirte
mientras tú piensas en ella
y en cómo hacer juego su ropa con tu cama,
en cómo desvestir sus miedos
cuando los míos eran perderte.

De momento he vomitado todo lo que quería decir,
bueno, al menos una quinta parte,
ya puedes volver a meter el dedo en la herida un poquito más,
te vuelvo a dejar,
solo te pido que no duela como siempre,
por favor.

Y ahora, dale la mano,
pero ojalá te la suelte
y me eches de menos.