lunes, 10 de noviembre de 2014

Un cigarro —quizá dos—.

Nos consumimos,
como cuando se consumen dos colillas
cuando ya se ha acabado el tabaco.

Nos desgastamos,
como cuando los libros dejan de oler a nuevo
y tienen dobladas sus esquinas.

Nos marchitamos,
como cuando a una rosa sólo le queda el último hilo de vida
y expira.

Nos olvidamos,
como cuando un niño pequeño crece
y no recuerda cómo empezó a andar;
pero inconscientemente camina.

Así te anhelo yo,
a tu risa y tu sonrisa,
a tus besos en los sueños
y tus 'buenas noches' cada día.

Así vivo yo,
entre estas preciosas melodías,
que sólo hacen que traerme tu voz
en medio de esta amarga agonía.

Y supongo,
que escribirte no hará que vuelvas,
pero si alguna vez llegas a leerme,
sabrás que vives en mis letras.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Mi ángel.

  Hoy.
  1 de Noviembre de 2014, hace 18 años que nació un bebé, que a día de hoy se convertiría en mi mejor amigo, en mi ángel guardián, en mi mitad.
  ¿Y qué decir de él si todas las palabras bonitas se le quedan cortas?
  Ha sido una de las personas que ha estado siempre en mi vida; que nunca se ha ido, aunque llegase a desearlo, que nunca me ha fallado.
  Y, sabiendo que no soy perfecta, que yo a él sí le he decepcionado, y a pesar de todo, sigue aquí.
  No hay tiempo en una vida humana para darle las gracias por todo lo que ha hecho por mí. Por sacarme sonrisas cuando todo eran lágrimas, por hacerme hablar cuando sólo estaba callada, por hacerme reír cuando todo eran llantos, por quererme, cuando yo sólo sabía odiarme.
  Cuando encuentras a una persona cómo él, haces cualquier cosa; lo imposible por no perderla, por no alejarla de tu lado.
  Es gratificante saber que le tienes contigo, y que no quiere alejarse.
  Vosotros; vosotros no sabéis lo que es oírle reír a través del teléfono cuando horas antes sólo podía llorar.
  No sabéis qué es estar horas y horas riendo sin parar, y a la vez pensar “¿Qué haría sin su risa?”.
  Porque sin duda juraría, que quiero que sea la banda sonora de mi vida.
  Tenemos nuestras discusiones, nuestras peleas y nuestros enfados, nos decimos de todo e incluso hemos llegado a dejarnos de hablar; pero si le busco, o viceversa, sé que él va a estar ahí, siempre.
  Quiero que sea él, quién de viejo me diga: “Gracias por crear estas arrugas en mis labios, por hacerme sonreír tantos años”, quiero hacerme vieja a su lado.
  Que la gente se nos quede mirando, y muera de la envidia al ver una amistad tan duradera. Tan real. Tan irrompible.
  Y es que no hay día en el que no piense qué hacer para hablarle, para sacarle una mínima sonrisa. Y cuando lo hago, —¡ay, Dios!— siento cómo todo cambia.
  Porque ahora, y siempre, espero que llegue con ansia ese día en el que los más de 200 kilómetros que nos separan, se conviertan en 0. Y me abrace, y sienta sus brazos rodearme, porque sé que será ahí, cuando habré cumplido uno de mis grandes sueños.
  Cuando podré ser feliz.
Feliz Cumpleaños Miguel; mi pequeño Mig.