sábado, 10 de enero de 2015

Brindemos por mi vida; ésa que ahora es tuya.

No hago nada,
y lo hago todo;
te quiero siempre,
odiándote a ratos,
con mis celos,
con tus enfados,
con mis noches
y tus días.

Vuelves a mi mente
cada hora,
cada minuto,
cada segundo;
haciendo que la varilla del reloj,
no avance,
ni retroceda.
Se quede ahí,
quieta,
como yo,
cuando me besas.

Y es que en noches como éstas,
no queda nada,
tan sólo unos versos
que llevan tu nombre,
que te gritan en silencio,
que buscan en vano tus labios,
tu vida,
la vida que me quitaste,
la vida que era mía
y ahora te pertenece.