Cojamos un vuelo a París.
El primero que salga.
Sólo ida.
Y follemos en el aeropuerto
mientras esperamos nuestro viaje.
Subamos al avión.
Primera clase.
Pidamos dos mantas.
Tapémonos
y que nuestras manos nos delaten.
Descansemos hasta llegar.
Dirijámonos directamente al hotel.
Pero no me quites la mano del bolsillo trasero del pantalón.
Descarguemos el mínimo equipaje
y metámonos en la ducha.
Dejemos que el agua nos una aún más.
Y follemos.
Que el vecindario se entere de que hemos llegado.
Que las marcas de tu cuello nos delaten al salir.
Que me hagas perder la poca cordura que me queda.
Subamos a la Torre Eiffel.
Arriba.
Más arriba aún.
Miremos toda la ciudad.
Y follemos.
No me tapes la boca,
que nos oigan chillar, ¡joder!
que nos oiga chillar la ciudad del amor
y todos sus habitantes.