lunes, 9 de enero de 2017

Secretos.

Secreto era que tus pupilas
tan tuyas,
brillasen cuando me viesen
y yo lo intentase disimular.

Secreto eran tus manos cogiéndome fuerte las mías,
andando cientos de kilómetros sin soltarse
como si hubiesen nacido para estar unidas.

Era despertarme cada mañana
y ver que mi vida
no tenía sentido si tú no me comías el cuello al despertar.

Que las sábanas estaban frías sin tu cuerpo ardiendo encima del mío,
que cualquiera podía escucharnos desde un séptimo piso si nosotros queríamos,
que la palabra placer estaba escrita en cada gota de sudor de nuestra frente
y en cada orgasmo.

Secreto era que me hacías sentir la mejor en cualquier cosa,
desde preparar palomitas de maíz en un simple microondas
hasta ser la mejor astronauta perdida por tus lunares
y constelaciones de tu espalda.

Secreto era callarme que te observaba mientras dormías
y que me dabas la paz que me faltaba.

Era cerrar los ojos y tenerte ahí
mirándome con esos ojitos de descaro
pidiéndome una vez más que te describiese entre líneas,
que me desnudase otra vez
pero sin quitarme la ropa
únicamente la lencería fina del alma.

Secreto era que me tocases como quien roza las teclas del piano
y que hicieses melodía con cada dedo.

Era volver a respirar cuando mis labios te besaban la boca,
era convertir en ganas el miedo,
era sentirme valiente cuando nunca lo he sido.


Secreto eras tú
y yo
a tu lado.